Conectado con el parque "La Llovizna" de Pto. Ordaz

En nuestra convivencia diaria con las personas, nos hacemos identificadores de los tipos de personalidades, hábitos, costumbres, preferencias, su esencia y hasta sus modales; nos resulta fácil en ocasiones adaptarnos a cada uno de ellos, aunque a veces se hace un tanto difícil aceptar ciertos patrones de conductas e ideales que van en contra de nuestros principios y forma de vivir. Pero en nuestro instinto de convivir, somos capaces de acceder y respetar el estilo de vida, que como persona, cada quien decide elegir.

Pero cuando nos detenemos a observar la naturaleza y a considerarla parte importante de nuestra existencia, nos resulta mucho más encantadora y sorpresiva. Ella es capaz de comunicarnos desde su fuerza, sus serenas vistas, lo grandiosa que puede llegar ser por su diversidad.




En una ocasión paseando por la ciudad de Puerto Ordaz, tuve la oportunidad de visitar el Parque la Llovizna (monumento natural de nuestro país), por sus atractivos e imponentes paisajes, y a la vez por sus armoniosos y tranquilos escenarios. Por ejemplo cuando contemplaba el correr de sus aguas regias, lograba ponerme en contacto directo con ellas, por los fuertes sonidos que emitían y por el sentir en mi rostro de su roció dirigido por el viento.




En ese momento pasaba por mi mente muchas interrogantes por ejemplo cómo logra tener tanto impacto visual en nosotros que por momento nos dejamos envolver y nos hacemos parte de su sentir, percibiendo la mezcla de otros elementos naturales a su alrededor: como el cielo azul, el blanco de las nubes esparcidas, los árboles y hasta las rocas, es realmente abismante ante la vista humana ver como lograban equilibrar su energía.




Por otro lado me dejaba atrapar por la tranquilidad que se percibía a lo largo de un pasar de aguas que se alejaban y se combinaban entre arbustos y tierra firme, donde los destellos del sol, dibujaban en ella una paz casi perfecta que me llenaban de armonía y sosiego, donde simplemente solo necesitaba respirar y observar.




Siguiendo mi recorrido me detuve en este lugar, donde fui cautivado nuevamente por la madre naturaleza, ver sin tanta dificultad como los peces se desplazan a las vista de nosotros, mostrándose en grandes cantidades sin el temor de ser atrapados. Creo que tienen claro que en este parque no está permito su pesca. Muchos de los visitantes aprovechaban para alimentarlos, algunos lograban tocarlos, otros les tomaban fotos, tal como es mi caso, para tener la oportunidad de compartirlas con otras personas y recordar la agradable experiencia.







No cabe duda, que el equilibrio que se logra entre las diversidades naturales, nos permite poder disfrutar de su encanto y de ese efecto fascinante que produce en nosotros su diversidad y su concordancia para así dar como resultado, paisajes y vistas admirables que nos invitan a ser parte de ellas al contemplarlas. No nos cansaremos nunca de seguir explorando en ella, estoy seguro que seguirá deleitándonos con su belleza.