El Sentido del Tiempo

Muchas veces no sabemos el grado de trascendencia que puede tener algo tan cotidiano en nuestras vidas como lo es el tiempo. A diario lo manejamos y hacemos uso de el sin llegar a tener una real conciencia de lo que éste representa. Es algo tan efímero que su noción se nos hace imposible. Es solo lo que es y hace lo que hace, pasar ante nuestras existencias sin más. De nosotros tan sólo queda aceptarlo y actuar para que su paso no haya sido en vano. Pero, ¿Cuándo realmente entendemos esto?

Para mí, la respuesta a esta pregunta la obtuve desde el mismo instante en que perdí a mi padre. No fue sino hasta ese momento en que comprendí que todo el tiempo que pasé junto a él no fue bien aprovechado y la enseñanza más fuerte es que ya no hay marcha atrás. Un pedazo de tu vida se va sin más y en seguida entran a tu mente todos aquellos pensamientos que te llenan de una mezcla de sentires como amargura, tristeza, dolor, rabia e impotencia.

Sin duda, una dura experiencia de aprendizaje. El dolor enseña porque su marca es indeleble, y no hay nada que genere más marca que saberte con el tiempo perdido, sin haberlo podido aprovechar bien junto a los seres que amas y haber podido crear momentos imborrables que de seguro te sacarían una sonrisa en la posteridad al recordarlos. Lo único que queda es una sensación de vacío que nada llena, nada sustituye.

Es su manera que tiene de enseñarnos las lecciones más duras de la vida, que no debemos perder ni un instante en cumplir nuestra misión aquí en este mundo desde el mismo momento en que entramos en conciencia de ello. Recojamos los pedacitos de nuestros corazones rotos del dolor ocasionado por tales enseñanzas y unámoslo para crear unos corazones más fuertes que nos ayude a afrontar, ya con una mente más madura, los designios de su paso y asumamos responsabilidades de nuestra existencia. Sólo de ésta manera podemos dejar huella más allá de nuestro tiempo.