Carta Sin Destino
Siempre quise ser como tú.
Mujer de semblante serio e intimidante, pero cuando sonreía, era capaz de iluminar la noche mas oscura. Tímida cuando se trataba de hablar de ella, pero descarada cuando le tocaba luchar por los demás. Sus gestos ariscos, a veces, impedían acercarte a ella, pero cuando el sueño me atrapaba, sentía sus manos recorrer mi cara, y sus labios calmaban el calor de mi rostro, abrigaba mi alma con su dulce preocupación, y el olor de su perfume me hacía soñar con las historias mas bonitas.
Nunca faltaba un plato de comida caliente en su mesa para quien lo necesitara, aunque ella ese día se privara de comer. Su bondad era tan inmensa como el cielo, aunque nunca la oí hablar de ello. Era capaz de levantar de sus cenizas a cualquiera que estuviera hundido, su fuerza era tan visible que se podía respirar, a su lado, jamás te caerías, ella no lo hubiese permitido.
Fuente
La dictadura le arrebató su niñez, pero ella nunca dejó de soñar para ser libre, trabajó por y para los demás durante toda su vida, ella lo dio todo por todos, y pocos dieron algo por ella, pero nunca se quejó, nunca pidió nada a cambio, se conformaba con vernos sonreír. Nuestra felicidad era su alimento cada día.
Mujer de principios, que me enseñó a vivir de la manera mas honrada, era de pocas palabras, pero con una mirada te inculcaba la respuesta que buscabas. Con un inmenso corazón, siempre atenta a las persona que quería, y era su valentía sin límites lo que la hacía única. Prisionera de la vida y a la vez, defensora de las ganas de vivir. Orgullosa de ser mujer, pero sin olvidar que vivía en un mundo de hombres.
Siempre quise ser como tú, abuela.