No importa si funcionó, lo importante es que lo intentaste.
No importa si funcionó, lo importante es que lo intentaste.
Es ahí cuando el AMOR vuelve a tomar sentido, dirección y motivo. ¿Porqué lamentarse cuando no fuiste correspondido?
¿Cuando no te amaron cómo tu esperabas?
¿Cuando no pudo ser para ti?
Porque lamentarse, cuando creaste magia.
Cuando tu ser dio lo mejor de sí, cuando entregaste hasta el último suspiro, cuando descubriste que tenías tanto por dar que se te estaba quedando pequeño donde guardarlo, que ya no cabía en tu corazón y diste y repartiste sin dudar.
Porque sufrir cuando se te ha dado la oportunidad de amar, cuando has experimentado lo más hermoso que Dios ha podido crear para ti.
Porque sentir infelicidad de aquello que te ha hecho más grande, más humano, más consciente gracias al sufrimiento, a la soledad, al desamor que llegó de la mano y también te abrazó, pero en tu dolor pensaste que sólo quería hacerte daño.
Debes agradecer
Cada relación.
Cada ciclo.
Cada historia.
Si funcionó, si dolió, si valió la pena, el amor, la dicha o el llanto.
Ya no importa, porque has explotado cada partícula de amor y placer que habitaba en ti, has plantado tu semilla en campos donde quizá no debías sembrar, pero te diré algo:
Las cosechas de amor siempre dan fruto en el Invierno menos esperado.