Un día te levantas y te miras al espejo. Te preguntas qué es lo que ves, si tu rostro es el tuyo, si tu ojos son los correctos y si el cabellos despeinado que llevas es así de lindo recién levantada. Pero ciertamente eres tu, con defectos e imperfecciones, pero eres tu, tuya de ti.
Al otro día, te preguntas sí todo lo que eres y haces es efímero; que si las cosas son duraderas, tienen un propósito o no.
Y... así de sólo mirarte en el espejo has empezado a cuestionarte, a juzgarte, a conocerte, a descubrir(te)
Ahora no sólo tratas de explorarte y de conocerte, sino de dedicarte tiempo a ti misma; porque aunque suene egoísta es lo único que siempre vamos a tener, a nosotros mismos.
Exploramos nuestros sentidos el tacto, descubrimos que una de nuestras clavículas sobresale una más que la otra. El olfato; que tu piel y cabello tienen su propio y único aroma. El gusto; empiezas a desarrollar tu paladar a probar cosas nuevas quizás un plato sencillo de pescado que no te atrevías a probar. La vista, empiezas a ver las cosas distintas un nuevo mundo , a apreciar los paisajes. El oído, escuchas música te deleitas.