Mi primer amor lo sentí dentro del saco embrionario de mi madre cuando apenas faltaban dos o tres meses para que Margot “me diera a luz” con más de cuatro kilos de peso. Supe que la amaba porque mi circulación aumentaba cuando ella estaba feliz, cuando sonreía alegremente, andaba o baila, cuando se alimentaba e incluso cuando la estaba pasando bien.

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Uf ….. ¡ya llegué! …y recibí las primeras caricias de amor de mi linda madre, que al momento creía sería el más inmenso sentimiento que recibiría en mi vida. Se fue muy temprano al cielo hace muchos años, pero estoy convencido de que hay amores eternos como el que siento y el que ella me retribuye desde el mas allá.

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Así fui conociendo otra variedad de amores como mis juguetes, tíos, hermanos, amigos, mi maestra Aide y Rabort . Se formó a mi contorno un circulo amoroso variado de familiares, amistades compañeros, mascotas, DIOS y las vírgenes y otros, sin haber estudiado para aprender a amar , por ello el amor no se aprende estudiando, mas si viviéndolo.

Obviamente sin dejar de querer a mis padres, prefería a mi abuela Ana Luisa quien Sin jactancias mías ( ja,ja ) me dio un gran amor intenso , aunque algunas veces corregía algunas de mis tremenduras con psicología infantil consistente en unos correazos o chancletazos muy suaves, dándosela de brava, para luego consertirme con caricias y meriendas. La abuela es una madre con experiencia doble , con un corazón que no le cabe en el pecho, por lo que deberían llamarse, mama-abuela.

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Hay que amarse uno mismo para ser feliz ……y amar a los demás.

Cuando se pasa por la pubertad y se pasan más años, llega el amor como una flecha que atraviesa el corazón , nos acelera el pulso, viene el nerviosismo, los sueños despiertos , la ansiedad, la necesidad de los roces corporales, el abrazo, el beso, las caricias, el querer la unión del uno con el otro...

Ese sentimiento no tiene edad y como la vida es una sola, hay que vivirla con amor, basándose en la lealtad, confianza, comprensión, hasta lograr una vida plena y satisfactoria con su compañero o entorno. Lo importante es ser feliz recordando que nadie es perfecto y que ese amor hay que conservarlo con esmero.

Hoy lo que más quiero en el mundo son mis hijos y sus hijos …. y cuando me vaya los
mantendré cubiertos con el manto de mi amor eterno.

¡QUE VIVA EL AMOR!

Alberto S Arteaga