#ESPASMOS DEL LLANTO
EL ESPASMO DEL SOLLOZO- ESPASMOS DEL LLANTO
¿Qué son los espasmos del llanto?
Los espasmos del sollozo, o del llanto, son un tipo de trastorno paroxístico no epiléptico. Es decir, un trastorno benigno que no altera el neurodesarrollo y que desaparece con la edad.
Distinguimos dos tipos según el niño se ponga azul o empalidezca –espasmo del llanto cianótico o pálido–, pero en ambos casos se trata de un síncope –pérdida brusca del conocimiento y de la postura– porque el niño no puede recobrar el aliento en medio del llanto.
El primer episodio sucede a edades muy tempranas, tanto como 2 meses de edad, casi siempre alrededor de los 2 años de vida. Con el tiempo desaparecen solos, no necesitan tratamiento, y podemos esperar que sucedan hasta los 6 años de vida, aunque no es habitual que duren tanto. Los espasmos cianóticos son mucho más frecuentes que los pálidos, y un mismo niño puede presentar los dos tipos de espasmos.
¿Qué los provoca y cómo son?
El espasmo, tanto el cianótico o como el pálido, se produce porque de forma súbita el cerebro no recibe el oxígeno que necesita ya que el niño deja de respirar con el llanto. Esta falta de oxígeno provoca una pérdida de conocimiento y de la postura bruscas que son las que asustan mucho a la familia o a quien lo presencie por primera vez.
El desencadenante del llanto puede ser muy variable. El dolor, un golpe leve en la cabeza, un susto o el miedo suelen ser los más habituales. Pero también la frustración por no conseguir lo que desea puede desencadenarlo.
Lo que sucede después tiene una secuencia característica que permite identificar el espasmo del llanto sin ninguna duda.
Empieza con un llanto débil, a veces un leve gemido, que tras unos pocos movimientos respiratorios cesa bruscamente y deja de respirar.
Entonces aparece el cambio de color alrededor de los labios, lo más frecuente es que se ponga azul o, menos frecuente, intensamente pálido.
Sin recuperar la respiración, el niño pierde la conciencia y se queda con los ojos abiertos y fijos a la vez que empieza a ponerse muy rígido, tanto que puede llegar a doblar la espalda hacia atrás.
La mayoría de veces los episodios terminan aquí, duran menos de un minuto –aunque parezca una eternidad– y el niño recupera espontáneamente la conciencia y sigue llorando.
En unos pocos casos, el episodio se alarga un poco más y aparecen entonces sacudidas de las cuatro extremidades, una convulsión, e incluso puede hacerse pis o caca encima.
La buena noticia es que siempre recupera la respiración y la conciencia y, aunque se puede quedar decaído unos minutos, no se queda dormido después del episodio a menos que haya sufrido una convulsión completa.
Diagnóstico y diagnóstico diferencial
Lo más importante es identificarlos y descartar otras causas que puedan tener una clínica similar.
Ante los episodios de espasmo del llanto conviene asegurarnos que no son provocados por problemas respiratorios agudos, la aspiración de un cuerpo extraño o, mucho más raro, un problema cardíaco. La epilepsia es también un diagnóstico a tener en cuenta.
La principal “prueba” diagnóstica es la entrevista con los padres y lo más recomendable intentar grabar los episodios con el vídeo del teléfono móvil (ya que lo tenemos siempre tan a mano…). Hay una cierta predisposición familiar a padecer espasmos del llanto, por lo que no es raro que las abuelas o las tías de los progenitores recuerden casos similares en la familia.
Los espasmos del llanto son tan característicos, que en manos de un especialista experimentado no ofrecen dudas diagnósticas y muy raramente será necesaria una prueba complementaria para ayudar en el diagnóstico. Dependiendo de la sospecha que tenga el especialista podrá realizar un electrocardiograma, un electroencefalograma o una radiografía de tórax. Aunque, insisto, la mayoría de las veces no será necesario hacer ninguna prueba.
Los niño que sufren espasmos del llanto dejan de tenerlos hacia los 6 años de edad. Es verdad que se producen porque el cerebro deja de recibir oxígeno, pero duran tan poquito, menos de un minuto, que no da tiempo a causar ningún daño cerebral.
Son una cosa conocida de antiguo, Hipócrates ya los describió, y podemos afirmar que no aumentan el riesgo de epilepsia ni de muerte súbita ni causan deterioro de las capacidades mentales.
¿Qué hacer ante un espasmo del llanto?
Pues básicamente no hay que hacer NADA. En el espasmo del llanto todo sucede muy rápido, menos de un minuto, cede solo y no hay peligro de secuelas. Aquí se cumple aquello de que “es peor el remedio que la enfermedad”.
Hay que estar al lado del niño, acompañarlo durante todo el episodio poniéndolo en un lugar cómodo y seguro para evitar que se golpee. No debemos zarandearlo ni moverlo con brusquedad para que reaccione. Sabemos que se le pasará solo y enseguida.
El único riesgo que hay con los espasmos del llanto es que nuestra actitud los perpetúe. Esto es especialmente probable cuando el llanto está causado por la frustración, es decir la típica rabieta o berrinche porque no consigue lo que quiere. Ante el susto morrocotudo que se llevan los padres lo más fácil, tentador y la respuesta más humana es ceder ante los deseos del niño, “así no le vuelve a pasar más”. Esto es un error.
En el espasmo del llanto el niño tiene una forma “anómala” de llorar que no es voluntaria sino que parece ser debida a una dificultad para iniciar el llanto normal ante una situación inesperada. Como si al empezar a llorar bruscamente el llanto se atragantara en la boca.
Si al acabar de llorar el niño obtiene lo que no consiguió antes, su cerebro asociará esta forma de llorar a la forma de conseguir lo que quiere y adquirirá más fácilmente el hábito de llorar así. Si por el contrario, al acabar el episodio, en el que el adulto le habrá acompañado y dado la seguridad física y emocional de que no pasa nada, no le damos más importancia al asunto es muy probable que facilitemos el aprendizaje de un llanto normal y que estos episodios se extingan antes sin favorecer la aparición de berrinches y rabietas que inevitablemente causa la sobreprotección.
Los espasmos del llanto son síncopes de causa y desenlace benignos que conviene conocer para evitar actitudes diagnósticas, terapéuticas y conductuales contraproducentes
Especialista en neuropediatria: María José Mas
https://neuropediatra.org/acerca-de/mj-mas-salguero/
fuente de imagen: https://neuropediatra.org/2016/01/11/espasmos-del-llanto/