DIOS SE ENCARGARÁ SE CONVERTIR LAS GRANDES OLAS EN REMANSO
Demasiado fuerte el oleaje, el agua entra en la cubierta, en ocasiones percibo lo inevitable del naufragio y me aferro al timón aunque sienta que no responde al mando; miro la proa cortar el agua y seguir navegando, estoy en la superficie, no se ha hundido; miro al cielo oscuro y nubes negra, e invoco a Dios, pido su ayuda, levanto mis manos, mientras mi corazón toma el timón y endereza el rumbo, rayos de luz cortan el cielo y alumbran las aguas y regañadas las nubes se alejan cabizbaja; se aquietan las aguas y tengo mi barco, navego mi vida, permanecí en él, la ayuda divina premia la constancia y enseña lecciones. Enfrenta la tormenta defiende tu barco, permanece en él, sujeta el timón y no lo abandones, que Dios se encargará se convertir las grandes olas en remanso.
Bien