Jhon el conejo.
Un día todos en la granja estaban conmocionados y los animales corrían de un lado a otro y los humanos saltaban de felicidad un agua negra brotaba desde la tierra y los humanos brincaban de un lados otro saltando de felicidad, gritaban somos ricos, somos ricos.
Desde ese día todo cambio llegaron más y más personas, destruyeron toda la siembra y árboles, en su lugar construyeron unas cosas raras a las que llamaban torres por donde pasaba ese líquido negro. Los humanos que Vivian hay se mudaron no se sabe dónde y de vez en cuando regresaban, aunque John casi no los podía reconocer porque vestían de una manera extraña y hasta llegaban en unos caballos raros que no tenían patas ni cabezas.
Todo era tan distinto y apenas habían pasado pocas semanas pero para John había pasado toda una vida. Se alimentaba de las sobras de los trabajadores, él era el único animal de la granja que no se habían llevado ya que se había escondido en el árbol donde solía pasar sus días de bonanza.
Otros animales que no se llevaron emigraron rumbo a lo desconocido, pero John no quería dejar su hogar, el único que había conocido desde que nació. Una mañana fue a tomar agua en el riachuelo y vio como el ya no era ni la sombra de lo que solía ser, estaba tan delgado que parecía un costal de piel con huesos. Tenía que tomar una decisión, marcharse o morir de hambre.
Pero y si se topaba con un animal y se lo comía, él estaba seguro en lo que el aun llamaba la granja. Pero aun con temor emprendió el viaje de su vida, en el camino se encontró una tortuga que le dio comida y albergue en su hogar. Al día siguiente continuo su camino conoció una serpiente, el vio pasar su vida frente sus ojos, pero para sorpresa de el no intento comérselo porque ya había comido un elefante aunque a él le pareció que ella mentía porque no parecía ser tan grande como para comerse aun elefante pero esta le ofreció comida y albergue por esa noche, así que decidió aceptar. A media noche sintió cosquillas en sus paticas traseras y esto lo despertó. Era la lengua de la serpiente que esta estaba a punto de comérselo.
El salió corriendo tan rápido que rodó colina abajo golpeo su cabeza y perdió el conocimiento. Cuando recobro la conciencia estaba al lado de una fogata y un avestruz le ofreció sopa. Él le contó lo ocurrido y ella le dijo que los peligros son parte de la vida, que solo tenía que aprender a identificarlos para evitarlos o alejarse de ellos.
Paso algún tiempo y el conoció muchos animales buenos y otros no tanto. Y aunque hasta el momento en que me contó esta historia él no había encontrado un lugar que le pareciera indicado para establecerse el no perdía la esperanza que en algún momento lo encontraría.
Es así amigos como aprendí que a veces nos ocurre a nosotros que los cambios dela vida nos empuja a salir de nuestra zona de confort, pero al hacerlo nos damos cuenta que las cosas no son tan malas después de todo y esto nos deja enseñanza y nos hace más fuertes.
Escrito por: Liz gomzalez.
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