Esta es otra enseñanza del abuelo de la playa, un viejo maestro cubano, marinero de profesión; que supo ganarse el cariño y el corazón de un joven en busca de un sentido para encontrar la luz del Creador. Si gusta de historias de vida para CreSer integralmente; la presente quizás le ayude a encontrar respuestas; bienvenido, bienvenida. Las dos historias son recordadas por el caminante.

1.Mario un día se levantó y al mirarse al espejo vio al joven que fue 40 años atrás, este personaje fue famoso -dijo- logró ser el primero en la profesión de actor, le llovieron niñas hermosas que con el querían divertirse y tomarse fotos para fanfarronear con sus amigas. Gano abundante dinero, y todo lo compartió con un sin número de mujeres que sólo buscaban el placer del joven rico. Hoy vive de empacar mercados en un súper, y las propinas de los clientes lo sostienen. Abrió una biblia olvidada por un cliente y leyó: “Alégrate joven en tu juventud; que tu corazón te lleve al disfrute en los días de tu juventud. Sigue los deseos de tu corazón y lo que miras con tus ojos, pero ten presente que por todas estas cosas tu Creador te traerá a juicio”¹

2.Adela, deseaba con toda su alma llegar a ser una gran actriz o una cantante famosa, infinidad de veces pidió a sus padres le dejarán estudiar actuación y artes escénicas; ellos le prometieron apoyarla luego de que terminara los estudios básicos de secundaria. Para el último año se enamoró de Cristian un joven estudioso de las sagradas escrituras. Ella una tarde de encuentro le hizo una pregunta que cambiaría su destino; pues, él sólo le daba un beso en la mano al encontrarse con ella, o en la mejilla al despedirse. ¿Qué deseas y esperas de mí? Él joven le entregó unos versos en papel pergamino y le dijo: -se vale que los vea tu madre- lo que dice ahí, es mi anhelo de ti.

Un tanto decepcionada, al llegar a casa mostró la frase a su madre; ella la alentó a que las intenciones del joven eran bellas. Al paso de dos décadas, hizo papeles de televisión secundarios, pues le dio el primer lugar a su familia; una noche se miró al espejo, saco el pergamino y se dijo: -¡Lo estoy logrando, te felicito! Y agregó otro pergamino, que heredó de su abuela el día de su boda: “Para tener ojos hermosos mira lo bueno en los demás; para labios atractivos, habla con palabras amables; para tener porte, camina sabiendo que nunca estás sola”³