Un nuevo despertar

Antes vivía como me fuera viniendo y esperaba (sin que nadie lo supiera) que alguien se apiadara de mi alma. Lo que recuerdo claramente era encerrarme en mi cuarto alejado de la gente, compraba cervezas y fumaba hasta el cansancio para alejarme de todos mis problemas e infortunios. De esa forma me daba ganas de pensar pero nunca encontraba solución.
Pensaba como muchos, que la vida es dura y que hay que tener cuidado de la gente para que no te embrome y te pase por encima. Era pasar el día a día pensando en que tal persona no me quiere, y si me quiere no es como yo quiera. Quería que la gente quisiera y sintiera lo que yo sentía. En las clases perdí el hábito al estudio, el trabajo me estresaba continuamente. Me imaginaba estar metido en un pozo sin fondo en el que seguía cayendo y no había manera de empezar a subir. Veía imposible poder salir de eso. Siempre imaginé que eso jamás pasaría.
De repente, de la nada, me di un golpe. Para mí fue como acostarme a dormir y despertar un mes después, un poco confundido, entendiendo que me habían atropellado. Después de recuperar la memoria pasó aproximadamente un mes en que solo pensaba en dormir, comer y defecar. Y yo solo era el que existía, en donde me hacían de todo. Mi visión de la vida era muy egoísta. Si tú me decías que habías tenido un mal día yo pensaba: “pero no importa, yo hoy comí y dormí y eso es lo que interesa”. Por ahí aprendí a tener autoestima una vez más, antes olvidada.
Después, en mi reposo, y de tanto no tener que hacer nada, me sentaba en las noches a pensar. Dormía poco porque no tenía cansancio físico ni mental. Ahí me di cuenta de que sí existía Dios y que había sido el producto de un milagro. Dios no se me mostró pero puso su mano sobre mí y no cabía duda de que hubiera sido él. Ya no tenía excusa para justificar científicamente su inexistencia.
Luego, mientras pensaba tanto en que la vida tiene sentido y que cada quien existe para un propósito, sabía que había regresado para hacer algo, pero no sabía qué, seguro un día iba a saberlo. De repente un día sentí, como en la propia película, que tenía una revelación. No vi a Dios a los ojos ni una luz que viene llegando del cielo, pero sentí que me estaban dando mi tarea y tenía un propósito en este mundo, y es ayudarme primero a mí y después a la gente que anda por ahí. Primero es hacerme tan feliz que no quepa en este cuerpo tan pequeño mantenerlo, y tenga que lanzárselo a los demás como si tuviera sudor encima. Cuando pases por un lado aprovecho y te lo aviento, así estés con ‘cara e culo’ y sin ganas de hacer nada.
Es demasiado sencillo aprender a ser feliz. Si te sientes así tu mente lo agradece y empieza a pensar por ti solo, sin necesidad de fajarte a ver qué haces. Antes no sabía de filosofía ni mucho menos su historia. En mi vida solo había leído (y apurado a regañadientes) “cien años de soledad” porque iba a llegar el examen para presentar. De resto, sólo leía trozos de documentos técnicos, tampoco era un inútil. Ahora siento que comienzo a escribir como si me estuvieran dictando.
Todo el mundo tiene un propósito en la vida. Empieza a pensar como si estuvieras solo en este mundo y que necesitas divertirte, y luego piensa en ver cómo haces para que la gente que va en tu contra no se alarme y te siga. Algún día ellos lo entenderán. Luego, ya estarás preparado para abrir los ojos y escuchar a lo que te enviaron desde que naciste, solo que nunca supiste a qué venias. Para mí fue muy fácil. Yo no puedo decirte como empezar a creer. Yo te diría: baja por el rincón, cruza la avenida en una noche oscura sin luz y lleva unos bolsos grandes para que te caigas y te pase un taxi por encima, y estés a punto de morir. Luego espera un mes a que salgas del hospital y ya vas a poder escuchar lo que te dicen.
Si puedes hazlo hoy, pero en sueño. Sueña todo eso y cuando te despiertes no pienses en quien te quiere, cómo puedes comer hoy, si mañana va a ocurrir lo que tanto anhelas. Dile a tu espos@ que cuide a los niños y que un mes después se intercambien los papeles. Vas a ver que empezarás a vivir en un paraíso donde siempre estuviste y nunca lo viste. Ya todo tendrá explicación y solución. Y al final Dios te recibirá con los brazos abiertos porque cumpliste con tu misión.
La solución no es tirársela de mártir y no comer porque los pobres no comen, sentirse afligido porque el presidente les está quitando el dinero al pueblo. Es ser un roble y dar gracias porque tienes un techo donde dormir o una esquina donde acurrucarte. Si hoy tienes una quinta y un supermercado que se sustenta por sí solo, mañana puedes dormir en cartones y comer restos de la basura. Pero da gracias porque estás aquí y Dios está esperando a que tú empieces a abrir caminos. A la final la meta es la misma, no importa qué camino tomes, solo déjales paso a los que van detrás de ti y ayuda a levantar a los que ya están cansados. No importa quien llegue primero, es más, mientras más tardes más vas a poder cantar y bailar y los tuyos te van a seguir.
Así que ¡Empieza a filmar tu película de fantasía, donde tú serás el protagonista! Te va a quedar espectacular.