Continuando con el trabajo enfocado al análisis de la obra de ciertos autores del cine contemporáneo presento ahora al Iraní Abbas Kiarostami, quizás el mayor exponente interncional del cine iraní. Reconocido en todo el mundo, Kiarostami es de esos autores que hay que ver con mucha sensibilidad y preparados para afrontar un cine que no será impactante a nivel visual o sonoro, pero que golpeará aquello mucho más profundo y sensible de nuestra experiencia al ver cine, el cómo nos vemos a nosotros mismos representados en esa pantalla. Kiarostami usa el tiempo poético para hablar de su país, pero también para buscar lo esencial del ser humano.

Kiarostami nace en Tehran Irán en el año 1940, dentro de una familia numerosa con un padre pintor, estímulo creativo del director durante toda su niñez y juventud que lo llevó a estudiar y graduarse como Diseñador gráfico hasta incursionar en el cine con apenas 20 años.

Irán, país inexplicable

Irán ha sido un país en constante conflictos políticos, sociales y religiosos, en 1979 sucede la Revolución Iraní y nos encontramos en un país con una fuerte crisis de identidad, Irán lucha constantemente con la pujante Modernidad que amenaza, en muchos sentidos, sus costumbres y tradiciones. Durante esos años, donde la sociedad Iraní se veía tan afectada por la violencia y en una constante búsqueda por mantener sus costumbres nace una corriente cinematográfica bajo el concepto de Niño Errante. Kiarostami junto a Bahram Beizai crean el Centro para el Desarrollo Intelectual de Niños y Adolescentes y consolidan esta preocupación sobre los niños iraníes, partiendo desde la mitología persa donde “la unión entre la inocencia infantil y la sabiduría sobrenatural. Es la concepción de que la infancia está dotada por una razón instintiva divina, que guiará al individuo por el camino del bien”

Primeros pasos cinematográficos.

La obra de Kiarostami tuvo un importante desarrollo gracias al Centro para el Desarrollo Intelectual de Niños y Adolescentes donde no sólo realizó piezas didácticas para niños sobre higiene personal o cómo usar su tiempo, sino que también le permitió crear sus primeros trabajos de autor, como Pan y Callejuelas (1970) y La hora del recreo (1972), films donde trataría la infancia y niños como eje principal de sus historias, mostrando un mundo adulto egoísta y violento que genera en los niños una fuerte soledad e incomunicación, de hecho según el investigador Alberto Elena, la infancia de Kiarostami estuvo marcada por la introversión e incomunicación, de allí la mayor parte de sus films en sus primeras etapas de creación representan este aislamiento de la infancia.

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No sería hasta 1987 donde Kiarostami establecería mayor relevancia en el cine internacional cuando llega a las pantallas de Europa su película ¿Dónde está la casa de mi amigo? (1987) en la cual partiendo desde lo anteriormente dicho, establece un discurso crítico pero lleno de vida y poesía sobre su tierra natal, expone su interior y representa incluso su cultura persa al establecer su personaje dentro de un viaje de verdadero desarrollo personal. Establece un discurso mítico y metafórico en su filmografía donde realza su cultura y las creencias persas, pero no desde el exagerado nacional o chauvinista, sino desde una perspectiva crítica y espiritual.

¿Dónde está la casa de mi amigo? (1987) | Película Completa

Vale mencionar que la perspectiva infantil que presentó Kiarostami siempre fue masculina, pocos personajes femeninos tienen gran importancia en sus films, también que estos niños no eran, a diferencia de quizás los de Haneke (autor que trabajamos anteriormente), malvados o cometen actos de crueldad pero en lo que sí coinciden estos dos autores contemporáneos, es en representar en los niños cierto tipo de pureza afectada por una sociedad rígida e incomunicada que genera una especie de opresión en la experiencia de la niñez. Sin embargo ¿Dónde está la casa de mi amigo? representaría para el director ya no sólo la búsqueda de aquel niño errante, sino que se aproximaba a reflexiones mucho más universales.

La Trilogía Koker

• ¿Dónde está la casa de mi amigo? (1987)
• Y la vida continúa (1992)
• A través de los olivos (1994)

“El viaje es un elemento constitutivo de nuestra cultura y está ligado al misticismo: para nosotros no es realmente importante la meta que se desea alcanzar, sino el camino que hay que recorrer”, expresó Kiarostami en una entrevista en Italia en 1993.

Esta es quizás la mejor cita para describir la trilogía de Kiarostami, que además no se conecta realmente desde lo temático. Koker es una villa al norte de Irán y allí se desenvuelven las tres historias, esto es la conexión principal de las tres películas. A diferencia de la Trilogía de nuestro anterior autor, "La trilogía de la glaciación emocional" de Haneke donde no sólo el espacio une las películas sino que la temática es prácticamente la misma, violencia e incomunicación en la Europa occidental moderna. Kiarostami toma más bien un mismo espacio para jugar narrativamente y experimentar con el lenguaje cinematográfico desde la sutil relación entre realidad y ficción.

Logras hacerte la pregunta ¿esto es real? ¿qué es real? ¿qué es falso? A mi parecer, aquí radica todo el éxito del director, que no sólo juega con las percepciones de un público común, que puede verse fácilmente confrontado por lo que Kiarostami presenta, también enfrenta a cualquiera que tenga una idea más o menos formada de lo que es y significa hacer cine. Pero sigamos con la trilogía...

¿Dónde está la casa de mi amigo? Cuenta la historia de Ahmed, un niño que emprende un viaje en búsqueda de un compañero de clases el cual es amenazado en clases de ser expulsado si no lleva sus deberes, por error Ahmed se lleva el cuaderno de su compañero y moralmente se ve obligado a entregárselo lo antes posible, emprende un viaje complicado donde se pierde y distintos elementos lo conectas místicamente con una búsqueda superior que lo elevan a ser ese niño errante. Se tocan temas del eterno retorno, costumbres iraníes y empezamos a comprender el lenguaje de Kiarostami, en donde hasta la brisa habla, el humano en su pura esencia.

Luego en La vida continúa se retrata la vida en Irán luego del terremoto de 1990 como un país tratando de reconstruirse, y sigue una línea narrativa parecida a su primera aproximación en Close-Up (1990) con ese particular tratamiento entre el documental y la ficción, ya que el film Y la vida continúa muestra a un hombre junto a su hijo explorando Irán luego del terremoto y resulta ser el propio Kiarostami buscando a los niños del film anterior (¿Dónde está la casa de mi amigo?) en su mismo pueblo, Koker, donde podrían estar estos niños vivos o muertos. Un espíritu por continuar es bastante nombrado en el film, ya que es muy nombrado el Mundial de Fútbol, “el Mundial es cada cuatro años y el terremoto cada cuarenta, y la vida continúa”.

Y por último en esta trilogía está A través de los Olivos, vuelven a conectarse las películas desde lo argumental, ya que es la historia de los actores que mientras se graba Y la vida continúa, construyen dicha película mientras viven su vida cotidiana y se establece una relación entre el director que sólo quiere realizar su película y las relaciones de amor que suceden dentro del reparto. Por lo que terminamos con tres películas entrelazadas quizás de la manera más original que he visto en el cine y que no pretende sino destapar el lenguaje cinematográfico y el control que tiene de la realidad y cómo la percibimos para presentar con las imágenes más puras y poéticas una realidad que habla país y habla identidad.

Ciertamente la premisa en las películas de Kiarostami parecen mínimas, pero los juegos narrativos y la estética sencilla de esta trilogía marcaría el desarrollo cinematográfico del autor, construyendo nuevas realidades, influenciado del neorrealismo italiano, utilizará el cine para mostrar una realidad, una forma de expresar su cultura y sentimientos más profundos.

Aceptación Occidental

En 1997 Kiarostami recibe La Palma de Oro en Cannes por su película El Sabor de las Cerezas es una meditación sobre la vida y la muerte, retratando a un hombre que maneja por las montañas de Tehran buscando a alguien que lo sepulte. Esta película terminaría de darle el reconocimiento internacional a Kiarostami, y también establecería ahora más que nunca, un cine mucho más poético y sentido por la realidad.