"RELATO DE UNA MUERTE ANUNCIADA". Relato corto basado en hechos reales, ahora en SteemIt.
-“Ya le advertimos de lo que pasaría por no cerrar su maldita boca, se lo advertimos. Sin embargo usted decidió hacer caso omiso y abrirla más de la cuenta. Es por eso que he venido a verla”.-
Esas fueron las primeras palabras del individuo que entró por la puerta del viejo y aburguesado apartamento del veterano Madrid y lanzó contra el sofá a la vieja señora del salón principal, de luz tenue por las ventanas cubiertas de las venecianas cortinas moradas y ninguna luz encendida para hacer sombra a los rayos del tardío sol de noviembre. Se trataba de un varón de unos 30 años, cabello ceniza corto, tez mediocre compensada con una elegante barba recortada y una mirada oscura como el tejado de la vieja Casa de Panadería de Plaza Mayor. Pese a su traje plateado con camisa negra sin corbata y los aires de poderosa determinación, su presencia no resultaba demasiado intimidante, cosa que sí lo era la pistola calibre 45 con silenciador que apuntaba contra la vieja mujer de traje rojo, algo de sobrepeso y rulos canos.
-“No tendré ningún reparo en hacer mis deberes, señora. No es la primera vez que me encargo de la mierda de los demás.”- Fue lo que dijo el hombre acto seguido, a cuatro metros de la señora, quien no se encontraba muy sorprendida y aterrada, más bien como si ya llevara esperando este momento desde hace tiempo, cuan persona moribunda esperando a ser visitada por la dama Muerte o el viejo Caronte, para llevársela tras el Aqueronte en su barca.
Sin embargo, cierta melancolía era presente en el rostro de la señora, que a sus 68 años de edad, ya había contado con una experiencia de vida amplia, en gran parte facilitada por su condición de haber nacido y crecido en una familia adinerada y de vínculos algo cercanos con el antiguo régimen franquista. Pero estaba todo claro, no había vuelta atrás, había llegado la hora. Entonces, manteniendo la calma como si ya nada importase, la señora decidió coger la botella de gin-tonic de la mesita, al lado del sofá y echar lo poco que quedaba en el vasito de cristal. El varón del traje se acercó paulatinamente a la señora, que tras terminar de llenar el pequeño vaso y dejar la botella vacía en la mesita, se bebió lentamente, sabiendo que iba a ser la última vez.
El individuo, si bien tenía cierta prisa por terminar su misión, permaneció paciente a que la vieja mujer terminase de beber el gin-tonic. Su única preocupación es que nadie apareciera para visitar a la mujer en cualquier momento. En el peor de los casos, el disparo silente estaría dado.
- “Ahhh… No veas lo bueno que puede estar el gin-tonic, incluso sin haberle echado algo de limón como de costumbre… Bueno… Ya es hora… Ya es hora de rendir cuentas ante Di…”.
Antes de terminar la última palabra, cristales rotos que cayeron al suelo del salón, tras un breve sonido de aire comprimido, sonaron al margen de lo que y quienes hubiera más allá de aquellas paredes de aquel oscuro, viejo y elegante salón, testigo de una muerte anunciada desde hace tiempo…
Al día siguiente, en la prensa nacional, en primera plana, se podía leer que una exalcaldesa de una de las ciudades más importantes de España, había fallecido de un infarto de miocardio. Sin embargo, lo que pasó realmente es que fue silenciada para siempre. La debilitada salud de la mujer tras años de malos tratos a su propio cuerpo con tanto gin-tonic y unos hábitos alimenticios propios de la personificación de la Gula, combinado con el susto del inesperado disparo contra la botella, fueron una bomba de relojería para su corazón, cosa que en el fondo, el individuo, sabía perfectamente. No se encontraron pruebas sobre el disparo, pues fueron limpiadas con guante de cuero por el experto asesino, quien resultó haber sido pagado por excompañeros de partido de la vieja mujer, quien un día antes, había ido a declarar a juicio por blanqueo y estaba a punto de cantar una bella canción para algunos. Y un billete directo a la cárcel para cientos…
http://www.sodivartes.com/cronicadeunamuerteanunciada.html = >> (Relato publicado el 6 de diciembre de 2016).
"David Soriano Díaz, 3 de febrero de 2018"