**Intenta de Tarquino el artificio (Sor Juana Inés de la Cruz)**
Culteranismo y Conceptismo
Podemos comprender mucho mejor la obra de Sor Juana gracias a Internet. Hace apenas quince años habríamos requerido de un conocimiento profundo de la historia de Roma y de la mitología griega (tal y como lo tenía Sor Juana) para poder entender su compleja e intrincada obra. El día de hoy basta con teclear los nombres que desconocemos para entender el sentido completo de la obra: una alabanza a la mujer violada que entrega su vida para defender su obra y que gracias a este sacrificio fue posible fundar la República Romana. No recuerdo haber leído en otro momento una poesía que refiriera de manera tan dura y profunda el acto de la violación, colocándolo en el contexto de la historia del mundo, dejando en claro que la violencia y la miseria son excesivos en nuestra historia.
Este poema nos devuelve a la antigua pelea entre los estilos literarios: el conceptismo (dedicado al uso del ingenio y la polisemia como valores máximos de la obra literaria) y el culteranismo (dedicado al uso de referencias literarias complejas para la construcción de sentido). Es verdad que las grandes obras literarias combinan ambos puntos de vista para crear sus mundos, pero la incursión de Internet nos lleva a preguntarnos si podemos mantener los valores y las formas clásicas de la crítica literaria para construir una obra. En su siglo sin duda este poema era un logro extraordinario, ya que la cantidad de lecturas que requería y la comprensión de la historia del arte y de los eventos requería de una dedicación casi exclusiva que podía producir estas admirables obras. Pero el día de hoy, basta con tener una conexión a Internet y referencias vagas para construir este poema. Es verdad que la pertinencia y el tino de Sor Juana serán inumerables, pero el valor de las referencias que utiliza es mucho más admirable en su época que hoy. Inclusive era un gran esfuerzo el que requería hace apenas treinta años la construcción de la obra de Thomas Pynchon, pero el día de hoy el uso de sus referencias no es tan impresionante y la comprensión de sus textos no requiere más que una revisión minuciosa de la red, a diferencia de otros tiempos que se requería de un aparato crítico inmenso y varios eruditos capaces de aprehender el sentido complejo de su obra. Hemos podido recuperar el sentido de los clásicos para un sector amplio de la población del mundo y sin duda la lucha es hoy porque Internet sea un recurso disponible para todos los seres humanos, junto con los otros servicios básicos para tener una vida digna.
La pregunta que queda en el aire es cómo influye el Internet en la construcción de nuestra literatura. Aún sobrecargando de referencias culturales un texto no es del todo incomprensible para el lector minucioso. Por tanto, tal vez no deberíamos ya mostrar referencias culturales solamente para mostrar nuestro conocimiento de la mitología griega o de la historia medieval, puesto que ese conocimiento ya está al alcance de todos y no es difícil de conseguir. Probablemente el esfuerzo de los escritores contemporáneos debe ser insertado en el conceptismo, pero sin desdeñar las referencias a la cultura tradicional usándolas con pertinencia y sin importar lo compleja que puedan llegar a ser, ya que serán comprendidas con relativa facilidad frente a una computadora. Quizá será incómodo tener que leer al lado de una pantalla de teléfono para entender las palabras y los personajes que no comprendemos, pero también hay que entender que la red es una construcción frágil que en cualquier momento puede desaparecer, y no debemos únicamente realizar obras complejas con la confianza de que Internet siempre estará ahí, porque quizá un día ya no se encuentre.
En ese frágil equilibrio se encuentra la paradójica y rica cultura de nuestro tiempo.
Intenta de Tarquino el artificio (Sor Juana Inés de la Cruz)
Intenta de Tarquino el artificio
a tu pecho, Lucrecia, dar batalla;
ya amante llora, ya modesto calla;
ya ofrece toda el alma en sacrificio.
Y cuando piensa ya que más propicio
tu pecho a tanto imperio se avasalla,
el premio, como Sísifo, que halla,
es empezar de nuevo el ejercicio.
Arde furioso y la amorosa tema
crece en la resistencia de tu honda,
con tanta privación más obstinada.
¡Oh providencia de deidad suprema:
tu honestidad motiva tu deshonra
y tu deshonra te eterniza honrada!