Fenrir, hijo del Dios Loki y la gigante Angerboda, desde cachorro vivió con los dioses a excepción de sus hermanos Hel, diosa del infierno, y la serpiente Jormundgander quienes fueron desterrados. Sin embargo el único que era capaza de acercarse a Fenrir con el propósito de alimentarlo era Tyr, dios de la guerra.

Los dioses al ver su acelerado crecimiento y el enorme tamaño que iba alcanzando se preocuparon y decidieron intentar encadenarlo en dos ocasiones pero sin tener éxito en ninguna de ellas puesto que Fenrir solo tuvo que darle un tirón a las cadenas para romperlas, los dioses viendo la magnitud de la ferocidad y fuerza que este poseía concluyeron que no era posible atarlo con ninguna cadena “ordinaria” por lo que optaron por pedirle ayuda a los enanos o Alfes negros, quienes lograron crear la Gleipnir, una cinta liviana, sedosa y fina, que nadie podría romper y con la que se lograría atar a Fenrir con éxito, no sin antes engañarlo haciéndolo participar en una competencia o reto, para demostrar su fuerza, dada la desconfianza que Fenrir sentía hacia los dioses demandó que uno de ellos pusiera su mano dentro de la boca como garantía de que no era un engaño, siendo así Tyr quien perdería la mano al ser mordida por Fenrir al descubrir el engaño en el que había caído y verse atado sin poder escapar.

Pero este no sería el fin de Fenrir, puesto que estaba destinado a escapar durante el Ragnarok y vengarse dando muerte al padre de todos los dioses, Odín.