ARGUMENTO ONTOLOGICO parte 1
EN TORNO AL ARGUMENTO ONTOLÓGICO, es un texto autorizado para ser reproducido y comentado por mi amigo, profesor y maestro, el doctor: Gustavo Flores Quelopana
Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía
Resumen
San Anselmo sostuvo el argumento ontológico, según el cual, la idea de Dios se identifica con la existencia de Dios en el espíritu humano. El primer ataque al argumento fue el de Gaunilo. La prueba fue rechazada por santo Tomás de Aquino, argumentando que no es legítimo pasar del orden ideal al orden real. Posteriormente Kant también criticó la prueba anselmiana, negando que de una posibilidad lógica (conceptos) no se puede concluir una posibilidad real (cosas). Sin embargo Hegel lo rehabilitó, atribuyendo a la realidad la misma estructura lógica de la Idea. El rechazo tomista de la prueba anselmiana está basada en una metafísica que objeta tanto la predicación unívoca (panteísmo) como la predicación equívoca (agnosticismo), mediante la predicación analógica. El empirismo lógico rechazó la prueba por considerarla como un conjunto de pseudo proposiciones que no se refieren ni a lo lógico-tautológico ni a lo empíricamente comprobable. Sin embargo, en la medida en que la cuestión del ser siga siendo considerada como central en la meditación filosófica, la prueba ontológica, como problema del principio, será un principio necesario e ineludible.
Introito
En todo lo que sigue demostraré que lo posible no es lo real, pero lo máximamente real es lo máximamente existente y lo máximamente existente es lo máximamente pensable. Por ende, Dios siendo lo máximamente pensable y existente es lo máximamente real.
El argumento anselmiano
San Anselmo (c. 1033-1109), teólogo, filósofo y doctor de la Iglesia, propuso una teoría sobre la existencia de Dios que todavía hoy se sigue debatiendo. Su fama se debe sobre todo a haber sido uno de los primeros en buscar argumentaciones sobre la existencia de Dios.
En el Monologion [Soliloquio] presenta argumentaciones a posteriori, del tipo de prueba cosmológica, que va de lo particular a lo universal y de lo universal a Dios. Demuestra la existencia de Dios como el ser soberanamente real a quien los demás seres deben su existencia.
En cambio el Proslogion desarrolla una argumentación ontológica, que comienza en el simple concepto de Dios para llegar a demostrar su existencia. Su más conocido argumento es el argumento a priori, que luego la tradición, a partir de Kant, llamó argumento ontológico, que propone en el Proslogion (cap. 2) [Discurso]. Dice san Anselmo de Canterbury en el argumento ontológico:
“Ciertamente, aquello mayor de lo cual nada puede pensarse, no puede existir solamente en el entendimiento. Porque si existiese sólo en el entendimiento, se podría pensar que exista también en la realidad, y por tanto que era mayor. Si aquello respecto a lo cual nada mayor puede pensarse existiese sólo en el entendimiento, se podría pensar algo mayor que aquello que es tal que no puede pensarse nada mayor. Pero, ciertamente esto es imposible. Por lo tanto existe sin duda, en el entendimiento y en la realidad, algo mayor que lo cual nada puede ser pensado”. Proslogion, cap. 2 (en F. Canals Vidal, Textos de los grandes filósofos. Edad Media, Herder, Barcelona 1979, p. 67).
La idea fundamental del argumento es que la noción de «ser perfecto» incluye ya la existencia de un ser perfecto, y a esto no puede oponerse ni siquiera el «insensato», que, según el salmo (Salmo 13) dice en su corazón: «Dios no existe».
Evidentemente, aun el negador de la existencia de Dios debe poseer el concepto de Dios y como tal debe admitir que exista en el entendimiento aunque no exista en la realidad.
El argumento se funda en dos puntos:
1º que lo que existe en la Realidad es mayor que lo que existe sólo en el entendimiento, y
2º negar que existe realmente aquello respecto a lo cual nada mayor puede pensarse, significa contradecirse, porque significa admitir al mismo tiempo que se lo puede pensar mayor, esto es, existente en la realidad.
A la objeción de que no se ve cómo es posible pensar que Dios no existe, san Anselmo responde que la palabra pensar tiene dos significados:
1º se puede pensar la palabra que indica la cosa, y
2º se puede pensar la cosa misma.
En el primer sentido se puede pensar que Dios no existe según “la palabra que indica la cosa”; pero en el segundo sentido, no es posible pensar que Dios no existe, porque se puede pensar la cosa misma, o sea Dios (Pros., 4).
El monje Gaunilón, su opositor, le replicó en su Liber pro insipiente, que un ateo resuelto empezaría por negar que tiene aun el concepto de Dios y que aun admitiendo que se tenga el concepto de Dios como un ser perfectísimo, de este concepto no se deduce la existencia de Dios, como no se puede deducir la realidad de una isla perfectísima del concepto de tal isla.
Dicho de otra forma, no es lógicamente posible pasar de una «existencia pensada» a una «existencia demostrada». Pero San Anselmo en su Liber apologeticus, se queja de que Gaunilón lo haya reprendido injustamente atribuyéndole argumentos que él no dijo. Replica la validez del argumento de Gaunilón sosteniendo que la idea de un ser perfecto no es sólo una idea de la mente sino que contiene su existencia real. La idea de Dios no es una idea cualquiera, es una idea única y su perfección no es aplicable a los seres limitados y finitos.
Por tanto, en San Anselmo no hay salto de lo lógico a lo ontológico porque la idea de Dios es una esencia real y no mental. De la posibilidad de pensar una isla perfecta no se sigue su realidad, en cambio de la simple posibilidad de pensar a Dios como el ser más perfecto de todos, se sigue su existencia. Dios no es una idea cualquiera que corresponda a algún ser finito y contingente, sino que es la idea arquetípica de un ser infinito y necesario. Dios como idea arquetípica, es decir que no proviene de nuestra facultad de concebir, no es una esencia mental sino real. Dios no es una idea iluminada por nuestro entendimiento, sino, al contrario, nuestro entendimiento es iluminado por Dios a través de la idea de un ser perfecto que pone en nuestra facultad de idear la idea de un ser perfecto. Como idea arquetípica no sólo contiene su existencia conceptual sino también su existencia real. La idea de Dios, como idea perfecta, pone la cosa en sí misma, es decir, fuera del concepto, por tanto es real. Para san Anselmo sería válido decir que no observamos a Dios pero sería inválido afirmar que solamente lo pensamos subjetivamente, porque Dios no es una idea subjetiva, nacida de nuestro intelecto, sino que como idea de un ser perfecto su realidad objetiva no tiene que proceder de la experiencia. En otras palabras, la mente humana participa de la mente divina y por eso puede tener la idea de un ser perfecto. La teoría de la participación y la metafísica de las esencias platónica están en el corazón mismo de la prueba ontológica anselmiana.
No hay que hacer mucho esfuerzo para advertir que el argumento ontológico anselmiano es una prueba típicamente platonizante, esto es, un razonamiento apriorístico donde todo lo imperfecto supone lo perfecto, y si uno es real lo perfecto será más real. En realidad, san Anselmo se basa en la fusión platónica del orden ideal, en el sentido de la metafísica de las esencias, con la primitiva y verdadera realidad. Por eso considera que no hay salto de lo lógico a lo ontológico. En la idea de Dios hay conexión necesaria entre esencia y existencia. En cambio en la Edad Moderna, que rompe con dicha metafísica esencialista, ser y pensar se consideran disociados, antes no.
Algo más. Para Anselmo la fe es la base del entendimiento, creo para comprender es su divisa, pero él quería convencer por la razón y no por la fe. Por consiguiente su argumento ontológico está enfilado a la razón y no a la fe. La razón debe admitir la existencia de Dios porque la idea de un ser perfecto no procede de la mente humana, sino que es un concepto no finito que procede de Dios mismo. En consecuencia Dios existe. Por eso es que se ubica a distancia tanto de la interpretación empirista, que dice que hay salto de lo lógico a lo ontológico, como de la interpretación fideísta, que considera que la prueba es sólo un recurso didáctico para explicar la fe.
San Anselmo, como pensador formado enteramente en San Agustín, trata de iluminar los enunciados de la fe de un modo racional. Este método racional no busca resolver los misterios de la fe, tan sólo explicar racionalmente los datos revelados. Por ejemplo, sostiene que al que investiga una verdad incomprensible, como es la Trinidad, le debe bastar el llegar con el entendimiento a conocer que existe, aunque no entienda de qué modo es (Mon., 64). En una palabra, el ropaje es teológico pero la problemática es filosófica. De la misma forma cuando el hombre piensa a Dios no piensa la idea de Dios sino a Dios mismo, porque no se trata de una idea cualquiera y finita y sí, más bien, de una idea de un ser perfecto que implica su existencia.
Siguiendo la especulación filosófica de San Agustín afirma en uno de los cuatro diálogos que compuso después del Proslogion, me estoy refiriendo a De veritate, que se debe distinguir la verdad del conocimiento, la verdad del querer y la verdad de la cosa. En todos ellos el fundamento de toda verdad es la verdad de la cosa, la rectitudo rei. Pero esta verdad, a su vez, está fundada en la verdad eterna, que es Dios. Las cosas son verdaderamente aquellas que están en la mente de Dios, en la cual subsisten sus ideas o ejemplares. Entonces, Dios mismo es la absoluta verdad, norma y condición de toda otra verdad (De verit., 2-10).
Entonces la pregunta que cae por su propio peso es: ¿si realmente San Anselmo confundió el orden conceptual con el orden existencial? ¿No fue, más bien, que su punto de partida platónico-agustiniano lo hace presuponer que todo lo universal subsiste independientemente de las cosas particulares y no solamente en ellas, que todo lo que existe, existe por participación de un Ser único y sumo y, por lo tanto, todo lo que tiene verdad y valor, coincide en Dios?
Efectivamente, el argumento de San Anselmo es un desarrollo del argumento de San Agustín para demostrar la existencia de Dios. Para San Agustín la propia idea de Dios en cuanto ser perfecto supone su existencia. Entonces, dirá san Anselmo, si Dios existe es pues aquello que nada mayor en el entendimiento y en la realidad puede pensarse. O sea, la perfección de Dios implica no sólo su existencia sino además es una existencia sobre la cual nada mayor en la realidad y en el entendimiento puede pensarse....
Hay que ver la fecha de vuelta a realizar para sus posteriores comentarios
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