Vivimos en una era digital en la que las facilidades tecnológicas son empleadas de acuerdo a diversas finalidades. Claro ejemplo de ello son los smartphones, herramientas de suma utilidad en el marco de funciones de trabajo, estudio, o de cualquier otro fin productivo, pero que muchas veces son subutilizados, llegando a convertirse, incluso, en potenciales fuentes de distracción.

Pero es que las distracciones no se hallan exclusivamente en los teléfonos inteligentes. Todo lo contrario. Existen numerosos focos distractores que de una manera u otra desvían la atención que deberíamos estar focalizando sobre esas actividades que forman parte del conjunto de responsabilidades que nos competen, bien sea dentro del aspecto laboral, académico, o de cualquier otro ámbito en que nos desenvolvamos. Estos elementos son denominados como ''malversadores de tiempo'', y pueden dividirse en dos grupos: Internos y externos.

Son aquellos que tienen que ver con distracciones propias de la persona, y las cuales hacen efectiva la pérdida de tiempo. Dentro de este grupo se destaca el uso excesivo de las redes sociales, ya que en la actualidad representan el malversador interno más importante. Combatir estos modernos medios comunicativos puede resultar una dura batalla de sostener a lo largo del día. Dentro de otros ejemplos dentro de este grupo, tambien puede mencionarse la acumulacion de documentos innecesarios y los intereses dispersos y numerosos.

Responden a aquellos que no dependen de nosotros, sino de terceros. Si bien no es posible controlarlos en su totalidad, una buena idea es tomar conciencia acerca de su existencia entre el equipo de trabajo, familiares, amigos o conocidos con los que convivamos para, de alguna manera, lograr mitigar sus efectos.

Una buena idea para contrarrestar este tipo de elementos puede ser trasladarnos, junto con el trabajo que debamos efectuar, hacia otro ambiente que nos permita cumplir con la responsabilidad. Del mismo modo, el diálogo nunca debe ser dejado de lado.