AMOR DE MADRE
Ella, esa madre que está ahí pensativa, triste e impotente, llorando en el oscuro silencio, preocupada en el mañana, en el qué va a llevar a la reseca boca de sus hijos, en ese qué que no sabe donde se encuentra ni como llegar a él. Es una tortura que su estómago lleno de agua se la hace más grande, que los apagones en la vista y los mareos momentaneos le refriegan en la memoria el desconsuelo y la angustia de saber que los platos mañana tendrán otro día libre, que sus hijos le diran: mamá tengo hambre. No sabrá que responder al principio, luego se inventara una de esas historias de madre o simplemente dirá que no hay nada que comer, intentando llenar con palabras las barrigas vacías de los niños y de los no tan niños, olvidandose por completo de su barriga. Empieza a rebuscar entre las cosas con la fe de encontrar algo que nunca guardó. La tortura es peor al día siguiente, la madre sufre en silencio, calla y llora.