Destino o casualidad

-¿No esperabas verme?
-L l la verdad no… Afirmó Ellie titubeando, pues no esperaba encontrar a Mario allí.
-Estas hermosa… le dijo con una media sonrisa que derrite cualquier sentimiento de mujer cerrada que exista.
Eran las cinco de la tarde y ellos iban caminando mientras hablaban un poco, cuando él propone ir por un café o algo así, ella acepta emocionada pues no creía lo que estaba viviendo, al llegar a una pequeña cafetería vintage llamada Place Dauphine ambos contemplan el lugar adulando el espacio mientras escogían una mesa.
Sentados continúan su charla cuando él rompe el hielo y pregunta…
-¿Sabes la diferencia entre ser y estar?
-¿Ser es personal y estar es presencia? Respondió ella confundida
Entre risas él afirma – Piensa un poco más, se que puedes…
-No, definitivamente me rindo, no me gusta pensar tanto.
-Ok, te explico entonces, yo puedo decir que una mujer ¡está! hermosa porque quizás lleve algún accesorio, vestimenta o maquillaje que le luzca bien al momento, pero digo que ¡es! hermosa cuando no necesita nada de eso para lucir bien…
Incrédula Ellie no entendía por qué Mario decía estas cosas, pero dispuesta a continuarle el juego dijo: -¿Y a que viene todo esto? No lo tomes a mal pero no logro entender… argumenta con una sonrisa entre palabras.
-Lo digo porque una vez que entendiste esta diferencia, puedo decir con certeza que tú ¡eres! hermosa… terminada esta frase, Mario hace de nuevo esa media sonrisa que derretía todas las entrañas Ellie y ella aun anonadada por la situación y sin saber que responder sonríe, mientras su mente le suplica que borre esa sonrisa idiota que tenía en la cara, pero por más que intentaba no podía.
Las horas pasaban, y mientras sonaba Destino o casualidad de Melendi, canción que a Ellie le encantaba pues Melendi era su cantante favorito, y a pesar que esta canción está en otra versión con el dueto mexicano Ha Ash, ella la prefiere original.
Sin poder evitar cantar, ella entonaba estrofas mientras bebía su moccacino, él la observaba encantado pues le gustaba más de la cuenta.
“La noche se hizo día pero no se fue la luna” decía Melendi y esta estrofa ella la cantó con tanta fuerza y con sus ojos cerrados que ignoró a quien tenía al frente, cuando los abre puede ver la cara de espectáculo de Mario y ruborizada hasta las metras no le quedó de otra que hacer un gesto pícaro con sus hombros y sonreír, maldiciendo en su mente por el bochorno que había tenido.
-¿Te gusta esa canción no?
-Si… un poco, creo que se pudo notar
-No te preocupes, el sentimiento por la música es algo que no podemos controlar, y más si es una de nuestras favoritas.
-¡Exacto!
-Por cierto, que nos encontráramos hoy ¿habrá sido destino o casualidad?
-Quien sabe, quizás si o quizás no.
-Pues si es destino lo acepto, y si es casualidad ha sido la más bonita que he tenido desde que llegue a Paris.
Mario continuaba con sus palabras que la hacían estremecer, no entendía por qué, pero había algo en él que simplemente no podía ignorar.
Pasadas las nueve de la noche, ella decide regresar y accede a que él la acompañara hasta su casa, al llegar se despide con un beso en la mejilla y antes de apartarse de su cercanía le susurra al oído –Nunca olvides que eres hermosa, fue un placer haber coincidido contigo hoy Ellie Matheus. Y dándole otro beso se marchó, ella se quedó ahí unos minutos en la puerta viendo como se alejaba, su mente daba mil vueltas hasta que sin pensarlo de sus labios sale su nombre en un grito, Mario sorprendido voltea y dirige su marcha hacia ella de nuevo, mientras ella en shock por lo que acababa de hacer susurra.
-¡Maldición!, que he hecho…