Veo tu placido rostro descansar, tu cabello seco y peinado,
tu ropa limpia y abotonada,
tu piel tersa, pálida, llena de tanto,
tu valor aumenta y mi corazón se comprime.

Tu recuerdo estos últimos días fue mi sostén,
lo único que me mantuvo en pie,
debo decirlo aunque no me escuches.
ESTOY MUY ORGULLOSA DE TI.

Salvaste mi vida en muchas oportunidades,
con tu amor, con tu compañía, con tu protección,
por fortuna no perdí ninguna oportunidad
de decírtelo, de expresarte mi felicidad.

Y ahora nuevamente lo haces y no sé qué hice
para merecer tanto de ti.
Eres y serás siempre mi Ángel de la guarda.

Durante la semana que estuve en cautiverio,
reflexioné sobre todo, y me sentí feliz.
Porque no creí salir con vida de ello,
pero haberte tenido y vivir a tu lado era
mi más grande satisfacción,
no cambiaría nada, absolutamente nada.

Me diste una vida plena.

Tan plena que diste tú último aliento,
para hacerme libre, me encontraste,
aun no sé cómo lo hiciste,
pero nos diste una oportunidad de despedirnos.

Necesito un tiempo para escuchar tu historia,
tristemente me la contarán otros y no tú,
mientras ellos lo hagan, te imaginaré
y soñaré con los ojos abiertos.

Ahora debo dejarte ir y aunque no quiero,
porque no es nada justo, entiendo que es real.
Tan real como que mi corazón, mis pensamientos,
y mi alma estarán siempre contigo.

Gracias por ser mi Superhéroe, gracias por estar siempre,
por arriesgar y perder tu vida rescatándome de mi muerte,
o de una vida miserable.

Espérame, pronto estaremos juntos.
Siempre, siempre, siempre, Te Amaré.