Este año se cumplen dos décadas de llevar un luto que apaga diariamente mi alma, habían colores en mi guardarropa pero la tristeza las teñía de negro.

Me rehúso a enterrar tantos sueños incumplidos, tantos anhelos ignorados, la única fortuna era tu presencia en aquello que conocíamos como matrimonio. Quien diría que un consuelo pueda sentirse algunas veces como un dolor profundo, porque eso era lo que producías en mi cada vez que me dejabas de último lugar.

Resignada a que mi vida estaba destinada a ser lo que se supone debía hacer y lo que todos esperaban que hiciese me consolaba viendo el paisaje, lo natural tiene una energía que revitaliza las ganas y en mi caso eso era lo que acompasaba mi desdicha.

Y allí, a plena luz del sol salió una verdad que me quemó por dentro, yo de luto, tu desnudo me hiciste ver que estabas peor que yo.

La inocencia de creerte dueño del control se transformó en sábanas blancas que apenas tapaban tu gran vergüenza, ya no había nada que ocultar, porque quedaste totalmente expuesto, destruido y arrodillado en mi regazo.

Perdóname por favor, repetías con mucho dolor, tanto que te quebraba la voz.

Justo lo que hiciste ¡si!, ese error y el hecho de tener que confesarlo te dio la posibilidad de verme a través de tu dolor, tenías que transitarlo para ponerme en el puesto que siempre merecí. Tu flaqueza fue la oportunidad que la vida me dio y lo único que te hizo reaccionar a pesar de mis 20 años de peticiones.

Yo que me hacía enlutada me di cuenta que estaba mucho mejor que tú, porque tú estabas muerto por dentro, me disculpo por no haberlo visto, supongo que mi dolor me lo impidió.

Perdóname por favor, no quise causarte tanto daño, me seguías diciendo.

Duele desnudar el alma y darse cuenta que no eres como creíste que eras ¿verdad?, pero por otro lado es una oportunidad perfecta para crecer, aunque crecer por dentro sea doloroso, bien vale la pena intentarlo.

Comprendí que la vida es tan implacable que lo que procura con los tercos es hacerlos caer en errores que los arrastrarán a ese lugar donde se instauró un vacío originario que se ha disfrazado con los años, que se oculta y se adjudica a otra persona incluso, y el mismo dolor te recuerda que es únicamente tuyo y por eso debes hacerte responsable, sobre todo si dañas a otros.

Me dio tristeza verte así, destruido, aunque sabía que era necesario, por eso puse mis manos en tu pelo negro, me concentré en hilar cada mechón de pelo así como cada recuerdo mientras tu llorabas.

¿Será que esto será el inicio de un nuevo comienzo?, ¿habrá esperanzas de vivir esos sueños y anhelos que sólo viviría contigo?, es mi deber tenderte la mano, eso era lo que hubiese querido que hicieras conmigo.

Y mientras tu te sientes como un niño vulnerable e indefenso, yo le pido a la vida que te devuelva las mismas ganas que posee un niño de vivir, soñar y explorar tus días, esta vez conmigo.

Invito a @marito74 y a @mariami a participar.