Pues date prisa, que tal y como va el mundo, no sería de extrañar que hasta un santo perdiera la paciencia. La Vera Cruz, en efecto, está extramuros de la ciudad, en el camino hacia Zamarramala, el barrio que se ve al fondo, donde los vecinos, turnándose, custodian el pedazo de la santa cruz. Esta es más que una iglesia: es un poema geométrico y único en su género, ya que otra similar que se supone que tenían los templarios en su castillo Pelerin de Tierra Santa, ya no existe.