La vida cambia. Las oportunidades son ilimitadas y esto nos obliga a crecer día a día. En realidad, esta es la única forma de entender quiénes somos y qué tiene sentido para nosotros. Incluso en los momentos más triviales, de hecho, estamos aprendiendo, adaptando nuestras mentes, creando nuevos significados y cambiando.
Por eso debemos tomarnos en serio nuestro crecimiento personal: debemos tomar el camino de la virtud con voluntad y conciencia. Nuestro futuro depende de cómo vivamos hoy, cómo nos cambiamos y cómo crecemos. No solo imbuiremos significados cada vez más complejos a las acciones notables que llevamos a cabo en el presente: si sentimos que necesitamos cambiarnos para adaptarnos a nuestra vida, es porque no cambiar nos hace tener la sensación de estar incompletos o infelices.
No crecer, o mejor dicho, crecer de manera poco sincera eventualmente nos hará sentir estancados y sin sentido, lo que tal vez nos lleve al borde de la desesperación o la apatía. En cambio, si logramos cultivar nuestro verdadero yo, es casi seguro que estas oportunidades ilimitadas seguirán encajando y trayendo alegría, en un panorama cada vez más amplio.