MÁSCARAS - EXPEDIENTE 10_J97 (3)
¿Hola? ¿hay alguien en casa?
¿Dónde está el doctorcito?
Alfred y yo lo extrañamos mucho, es el único que nos comprende y además es el doctor favorito de Alfred...
aah doc. ¿Cómo ha estado? lo veo más delgado, ¿ha dormido mal estos últimos días?
Venga que le cuento un cuento que al contarlo me hará contador del cuento, cuenta que te cuento, ¿Qué me cuentas tú? jajaja a Alfred le gustan las canciones infantiles.
Recuerdo que una vez lo llevé a una guardería de niños, había muñecas, carritos, soldaditos, triciclos, balones, ¿condones? no, creo que no, esos seguros no funcionaron porque las salas estaban llenas de niños ja ja ja ja. Cantaban, gritaban, lloraban, reían y yo los observaba por el vidrio de las puertas en los pasillos, hasta que una mujer que estaba haciendo el aseo nos vio.
Me preguntó que si era padre de alguno de ellos y le dije que solo era el nuevo conserje, que me mostrara el cuarto de mantenimiento, ella me sonrió inocentemente y me guio hasta él. Cuando estábamos adentro aproveché un descuido y le di un golpe directo al rostro con mi codo, dejándola atontada lo suficiente como para sacar el cloroformo que traía en el bolsillo y dormirla por completo.
Horas después cuando Alfred la despertó de una bofetada estaba atada a una silla, totalmente desnuda, su ropa la había tirado por toda la ciudad en sitios distintos, al verme y reconocer mi rostro se quiso poner gritar pero su boca estaba cocida y también pegada con pegante instantáneo, solo se puso a llorar aterrorizada, su cabello era rizado muy largo, su piel era morena, digo era porque cuando le tiré acido a en el cuerpo su piel se cayó a pedazos y solo se veía el rojo carmesí de su sangre, la observé durante horas, en silencio, viendo cómo se retorcía de dolor, como sus ojos me miraban suplicando, rogando que no la matara, seguía tirando ácido por todo su cuerpo, escuchando como se hacían burbujas de aire al quemar la piel y todo lo que se atravesaba a su paso, vi como los pocos senos que tenía se convirtieron en nada, saliendo sus costillas a flote, pude ver incluso como latía su corazón, su cuerpo no resistió más el dolor y su corazón se detuvo, además ya se me habían agotado los litros de ácido que tenía, lo único que no quise derretir fue su cabeza, su rostro hermoso y su cabello rizado, muy largo, seguro se lo lavaba muy bien.
¿sabe doc.? esto de recordar mis divertidas aventuras con Alfred me pone sentimental, ¿sabe que hago para alegrarme? como muchos dulces, como esos que me dan todas las mañanas los gorilas con varitas mágicas electrizantes, a Alfred no le gustan, por eso me como los de él.
Alfred es un buen gato.
Doc. ¿le gustan los gatos?