Hoy me levanté bastante tarde; tenía sueño acumulado de varios días, así que aproveché de descansar. Mi primer paso fue ir a la cocina a buscar mi desayuno; la casa estaba sola, ya que mi papá estaba trabajando y mi mamá estaba en la casa de mi abuela ayudando con las compras y el almuerzo. Una vez estuve en la sala, empecé a escuchar un maullido muy fuerte y estridente en el exterior de mi casa. Para aclarar este punto, mis gatas (las que ustedes conocen de mis otros posts) viven en la casa de mi abuela, por lo que esto fue rarísimo. Me asomé por la ventana y me encontré con un gatito pequeño, de un mes a duras penas, escondido entre las matas de mi pequeño jardín. Quedé impactada; no estaba segura de salir porque sabía que se espantaría, además de que era posible de que se fuera pronto para su casa. Sin embargo, esto no sucedió: el gatito continuó maullando durante largo rato.

_{Se asomaba tras la reja. Foto de mi propiedad.}

Luego de desayunar con el maullido del gatito de compañía, decidí ir afuera para atenderlo; me encontré con que estaba asustadísimo, estresado y traumatizado, por lo que inmediatamente me vio se escapó hacia la salida. Triste de que esto pasara, me devolví a mi casa. Sin embargo, no habían pasado cuatro minutos cuando el maullido regresó; al asomarme por la ventana, me di cuenta de que se había quedado atrapado en una jaula que se utiliza para guardar el portón eléctrico de mi casa. Fue en este momento cuando decidí rescatarlo.

_{El gatito muy asustado. Foto de mi propiedad.}

Tomé una escoba para engañarlo y que huyera hacia el interior de la casa; una vez esto sucedió, lo agarré con un trapo siempre asegurándome de no hacerle daño. Estaba tam pequeño que me cupo en una sola mano sin problemas. En medio de esta situación, se asomó el vecino del frente con interés; le pregunté si el gatito era suyo, a lo que me respondió que no, y que seguramente era hijo de una gata que en la madrugada atropellaron en la esquina, logrando huir este gatito a mi casa luego de esta tragedia.

La historia de este gatito me conmovió, además de que hacía mucho tiempo que esperaba tener una mascota en mi casa, por lo que inmediatamente lo consideré como mío: era una situación perfecta. Lo metí a la casa bajo control, sosteniéndolo en un trapito; sorprendentemente, luego de demostrar ser agresivo, estaba tranquilo. Al cabo de un rato, llegó mi mamá con mi abuela muy emocionada de conocer al gatito; al verlas, el gatito se fue corriendo muy asustado, empezó a gruñir y a meterse bajo al sofá para que no lo alcanzáramos. Fue un proceso traerlo de vuelta a nosotros.

_{El gatito en mi mano. Foto de mi propiedad.}

Después de una pequeña lucha para tranquilizarlo, mi mamá y yo le preparamos un gotero con leche para alimentarlo; estaba demasiado hambriento, por lo que esto no fue muy difícil. Luego de alimentarlo, lo metimos en una cajita alta, donde durmió y se tranquilizó muchísimo el resto de la tarde.

_{El gatito en su nueva cajita. Foto de mi propiedad.}

Divagamos acerca de su nombre por un largo rato; hubo varias opciones, pero en todas ellas prevalecía la idea de colocarle algo que encaje con su personalidad súper inquieta, brava y dominante. Yo sugerí ponerle «Patroncito» y ese ahora es su segundo nombre; el primero, apto para todo público, es Copito.

Alrededor de las tres de la tarde empezó el terror; a esta hora llega mi papá, quien se negaba a tener animales en la casa por el consumo y la suciedad, y yo, sin permiso, había instalado a Copito en la casa. Mi mamá lo fue a buscar a la parada y, cuando llegó, encontrándose con nuestro nuevo gatito, se rio y dijo que él lo había escuchado en la mañana, al salir, por lo que el gatito había insistido e insistido hasta lograr su objetivo de llegar a la casa. La aceptación de este gatito en la casa definitivamente fue un milagro.

Jugué con el gatito desde su caja; pronto descubrimos que también puede saltarla, y que, por la forma de sus dientes, debe tener alrededor de un mes y medio de nacido. Es un bebé muy tierno, pero demasiado inquieto. Por lo tanto, lo ubicamos en un cuarto vacío de la parte baja de mi casa, donde no hay nada peligroso y él puede explorar y jugar con cajas y trapos. Le gustó bastante el lugar; lo único malo es que, tan pronto como me alejo un poco de él, se pone a llorar. Es muy consentido y apenas acaba de llegar.

_{Alimentándolo con el gotero. Foto de mi propiedad.}

Mientras tanto, investigué acerca del cuidado de los gatitos bebés; la alimentación se basa en leche cuando están recién nacidos, pero como ellos tienen diferentes necesidades a las de nosotros, necesitan leche descremada y deslactosada para que no les lastime su barriguita. Por ello, mi mamá y yo fuimos a Farmatodo, una farmacia que está abierta incluso en estas fechas feriadas, para comprarle la leche que necesita.

_{Farmatodo. Foto de mi propiedad.}

Ahí el ambiente es muy agradable; compramos una leche líquida de un litro para alimentarlo hasta que crezca, lo cual no pasará muy lejos. Gracias a Dios está muy activo y tiene edad suficiente para no ser tan dependiente de nosotros.

_{La leche que le compramos. Foto de mi propiedad.}

De vuelta a casa, mi mamá compró helados para todos (mi hermano, mi papá, ella y yo) y a mí me tocó una rica tina de galleta. Me fascinó.

_{Tina de galleta. Foto de mi propiedad.}

Luego de este momento de compartir, se fue la luz; Copito estaba muy dormido luego de estar todo el día súper activo. Mientras no había luz, vi videos grabados en mi celular y escuché música hasta que tres horas después volvió.

Cuando volvió, a las 11 de la noche, le di la última comida del día al gatito; él andaba hiperactivo, pero yo estaba bastante cansada luego de perseguirlo todo el día, así que le di las buenas noches y me fui a dormir.

_{Jugó largo rato con su pelota. Foto de mi propiedad.}

Considero un milagro que haya llegado este nuevo compañerito a nuestra casa, ya que hacía falta una nueva mascota para nosotros; cuando pase la semana santa, lo llevaremos al veterinario, pero gracias a Dios se ve bien y saludable.