Elige una palabra, pinta una historia n.° 10

  Pintar una historia, es darle vida a la creatividad que emana nuestra imaginación y, a través de dicha creación, estimulamos el don de la escritura que poseemos. Por ello, hoy me complace unirme a la edición N.°10 del concurso de redacción que auspicia nuestra amiga @senehasa . Sin más preámbulo, comienzo con mi participación.

Latidos

Talán, talán, talán

  Se escucha en la plaza del pueblo. Son las campanas de la iglesia que anuncian la entrada nupcial de María. Ella luce un hermoso vestido blanco y, la sonrisa de felicidad se alcanza a apreciar cuando el velo se mueve tras su caminar. Por fin se casaría con el amor de su vida, siendo este un sueño que tenía desde que se enamoró de Martín.

  Aunque todo parecía estar bien, cuando María se acercó al altar, se percató que el novio no estaba esperando por ella. En la iglesia, ya no se escuchaba el sonido de las campanas, pero sí la murmuración por parte de los invitados y los sacristanes.

¿Y Martín?

  Preguntó María con voz temblorosa. Los asistentes no le dan respuesta; sin embargo, a distancia se escucha que alguien grita que Martín no asistiría a la boda, porque estaba muerto. Ante esas declaraciones, María se desconcierta al punto de que sale corrieron hacia la casa de su amado, ya que para ella, esa información era falsa.

  Al llegar a la casa de Martín, lo ve tendido en su cama con el traje de novio. María se acerca a él y de manera espontánea, coloca su mano en el corazón de su amado mientras le dice que no la puede dejar sola, porque ellos tenían la promesa de vivir hasta que estuvieran arrugaditos como una pasa. Para María, no había palabras de consuelo y, a pesar de que Martín ya no podía responderle, continuaba en el proceso de negación. Los días, semanas, meses y tres años transcurrieron después de este fatídico suceso; ella aún esperaba que Martín tocara la puerta de su casa para invitarla a recorrer la pradera mientras disfrutaban del ocaso y la naturaleza que los rodeaba.

  Una tarde, la mamá de María llegó con un joven muy apuesto. Él observa hacia el invernadero donde estaba María y decide acercarse a ella con la intención de entablar una amena conversación. Sus primeras palabras fueron:

Tu belleza late como mi corazón

  María sorprendida de escuchar esa voz tan varonil, voltea inmediatamente creyendo que era Martín. Sin embargo, a pesar de que vio que no era él, le agradeció lo que le había dicho, porque en ese momento, ella se dio cuenta de que su corazón seguía latiendo y no estaba congelado, como muchas veces lo manifestó.

  La llegada de ese joven, fue cambiando la actitud de María. Progresivamente, comenzó a salir de su casa, compartía de vez en cuando con sus familiares y amigos. Diariamente, ellos conversaban en la sala de su casa; él era muy caballeroso con ella y, a pesar de que sus intenciones no eran enamorarse, la ternura y belleza de María lo hechizaron, por lo que tomó la decisión de ayudarla a sanar su herida para luego conquistarla. La sanación sentimental de María tardó dos años y, cuando sintió que estaba lista para dejar volar el corazón de Martín, se fue a la pradera que solía visitar para dedicarle unas palabras.

Vivirás eternamente en mi corazón. ¡Gracias! Por el amor que me transmite

  Expresó María mientras miraba el ocaso. Para ella, Martín le había enviado a Julián para que rehiciera su vida. Un tiempo después, se casaron; ella se dedicó a la escritura y, en su primer libro, relató la historia de cómo Martín le dio vida a su corazón, lo rompió cuando murió, pero le obsequió otro amor para que volviera a revivir sus sentimientos.

  María en sus conferencias expresaba que, el amor es un sentimiento muy hermoso y, a pesar de los inconvenientes que podemos llegar a tener, no hay que cerrar nuestro corazón, ya que a través de los sentimientos, brillamos y, así como hay personas que se quedan con nosotros toda la vida, también están aquellas que llegan solo por un pequeño período y, lo importante de todo es, disfrutar el momento al máximo.

¡Muchas gracias por leer mi publicación!