Creativity
Imagine I am a dragonfly, with tiny Kamikaze dragonfly ideas. Imagine that the earth is flat and you can fall into an abyss with nebulae and tiny cumulus clouds. Imagine it's all part of a theatrical piece of such magnitude that it may change the stereotypes of society. New currents of free thought may be created. Or that the recession economy is a joke.
Keep in mind that I am going to provide you with top secret information. But I don't want to evade justice (at least divine justice). Once upon a time I devoted my life to collecting and sorting snails in some forgotten bay. The sun was immensely generous. It beat perpendicularly on the skin, while some seagulls or pelicans, I don't remember, exterminated the madrepores.
My plan was monotonous, but precise. Besides, you could entertain yourself (mentally) by classifying prime numbers and multiple integrals, in any Euclidean equation. So every snail I encountered had an extensive classification and a posteriori dimensioning.
In one of the many walks, I found a kind of stone with some cuneiform writings, which spoke of a society where one could dream. Dragonflies were the sacred animal. You could hear them buzzing thousands of kilometers away: the air was compressed and it sounded like cotton candy.
She had a dragonfly in her crotch. The sacred animal. My letters about sea snails lost all reason to be. She was the Roman Goddess of fertility. The fish kissed her feet. The sea was more crystalline and at the same time more gloomy and fleeting. The indications of the stone made me draw her as a rainbow. The light spectrum could be physically broken down, with a specific shift to green.
Years went by and my sight became cloudy, my hands clumsy. She vanished between my fingers. Life was fading from my chest. Death ceremoniously built its house in my entrails.
I could no longer visit the sea, my feet refused. But I could close my eyes and reconstruct her body, the perfect diamond eyes of the dragonfly between her legs.
Imagina que soy una libélula, con ideas minúsculas de libélula Kamikaze. Imagina que la tierra es plana y puedes caer en un abismo con nebulosas y cúmulos de nubes diminutas. Imagina que todo es parte de una pieza teatral de tal magnitud que puede cambiar los estereotipos de la sociedad. Puede que se creen nuevas corrientes de libre pensamiento. O que la economía de recesión sea una broma.
Ten en cuenta que voy a proporcionarte información de alto secreto. Pero no quiero evadir la justicia (al menos la divina). En algún tiempo dedicaba mi vida a la recolección y clasificación de caracoles en alguna bahía olvidada. El sol era inmensamente generoso. Golpeaba perpendicularmente sobre la piel, al tiempo que algunas gaviotas o pelicanos, no recuerdo, exterminaban las madréporas.
Mi plan era monótono, pero preciso. Además, podías entretenerte (mentalmente) clasificando los números primos y las integrales múltiples, en cualquier ecuación euclidiana. Así que cuanto caracol encontraba tenía una extensa clasificación y acotaciones a posteriori.
En una de las tantas caminatas, encontré una especie de piedra con algunos escritos cuneiformes, que hablaban de una sociedad donde se podía soñar. Las libélulas eran el animal sagrado. Se podía escuchar a miles de quilómetros los zumbidos: el aire se comprimía y pareciera algodón de azúcar.
Ella tenía en la entrepierna una libélula. El animal sagrado. Mis cartas sobre los caracoles marinos perdieron toda razón de ser. Ella era la Diosa romana de la fertilidad. Los peces besaban sus pies. El mar era más cristalino y a la vez más lóbrego y fugaz. Las indicaciones de la piedra me hacían dibujarla cuál arcoíris. Se podía físicamente descomponer el espectro lumínico, con un corrimiento específico al color verde.
Pasaron los años y la vista se volvió turbia, las manos torpes. Ella se esfumaba entre los dedos. La vida se me iba destejiendo del pecho. La muerte construía ceremoniosa su casa en mis entrañas.
Ya no podía visitar el mar, los pies se negaban. Pero podía cerrar los ojos y reconstruir su cuerpo, los perfectos ojos de diamantes, de la libélula entre sus piernas.
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I must say you brought imagination alive. The dragonfly between het legs? It's not what disturbes me but the picture of the painted face does and I wonder what they have in common.
Hola, agradecido por sus cometarios.
El fluir de la conciencia divino arte de contar. En la mentira infinita de creación todos somos seres inmortales.
Teoría de Ernest Hemingway, el iceberg, el escritor da un 20 % de la historia, el lector debe y puede imaginar el otro 80% (debajo del agua) de la historia.
Hoy en día podríamos llamarlo una historia interactiva, aunque me temo que la mayoría de los lectores ya no son capaces de desencadenar su propia fantasía.